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TR #02: Schrödinger y la ropa bajo la cama
22.2.11 | ZerØ publicado por
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La física es una ciencia que siempre me ha interesado teóricamente. Digo teóricamente por que por muy bien que entienda el como (cosa que generalmente hago), nunca acierto con el cuanto, nunca logro calcular nada bien.
Esto podría estar relacionado con los profesores que he tenido en física, curiosamente los más extravagantes. Primero, estaba Menzel. Nunca llegué a saber su nombre pero siempre tuve sobresalientes con él. Después vino Bench. Un tipo recto y serio, con un corte de pelo igualmente recto y perfecto, un coche estilizado y tann gris como su pelo y siempre con traje.Tenía algunos toques de humor (sin contarla ocasión en la que se le ocurrió apuntarnos con plutonio, que traía en una caja de plomo muy pesada y decirnos “mirad, esto es plutonio radioactivo, pero podeis estar tranquilos, a tres metros no creo que os pase nada”, que no tenía tanta gracia*) y jugaba increiblemente bien a ping-pong. Ahora estamos con Poth, un tipo apagado y taciturno, algo bajito, que se entusisma (y empieza a moverse casi espasmódicamente y a sonreir de un modo inquietante) cuando nos acercamos a una respuesta reveladora.
La física es, además una de mis fuentes de “frases que te hacen parecer interesante” favoritas, sobre todo por que a nuestro actual profesor le encanta citar a científicos importantes. “El mundo no puede estar tan loco”, ¿os recuerda a algo? Pero hay una frase que nunca me podré sacar de la cabeza.
“Si no miras a la luna, NO EXISTE.”
Para mí es una frase increiblemente simbólica. Desde que la oí, la cito a todas horas, especialmente cuando hay problemas. «Si no hubieses visto que se me ha olvidado hacer eso o hubieses vuelto un poco más tarde, no existiría, mamá.» Por si alguien se lo pregunta: no cuela.
A todo esto, ¿a qué venía esta frase? Pues iba de... física cuántica. Quienes no lo recuerden, lo temerán en un futuro. También tenía que ver con el experimento del Gato de Schrödinger. Os refrescaré la memoria (¡¡SPOILERS de física!!, lol): tenemos un gato en una caja con un gas inocuo y una molécula con un 50% de posibilidades de descomponerse y reaccionar con el gas, convirtiéndolo en algo mortal para el gato. Mientras no conozcamos el resultado, ambas posibilidades existen, al menos hasta que abramos la caja y descubramos la realidad, que será una única.
Así que estaba yo tranquilamente en mi habitación leyendo un libro, no muy bueno, para variar, cuando entra mi madre y empieza a criticar el desorden, aunque apenas había nada fuera de lugar. Salvo quizás...
«¿Y qué hace toda esa ropa sucia bajo la cama? Ya estás llevándola a la lavadora. Y mira eso de ahí, que...» Bla, bla, bla y adiós a la calma que tan pocas veces se logra. Una vez más, le respondí la frase ya resaltada, claro que fué inútil (no esperaba milagros, pero tenía que decirlo).
Lo que no se me ocurrió comentar fué que ya ni siquiera podía utilizar la tesis de Schrödinger como apoyo, por que acababa de llegar a la conclusión, antes de que me lo confirmaran en clase, de que el experimento no servía más que de ejemplo. Era todo un “fraude cuantitativo”, por decirlo de algún modo. Me sentí bastante defraudado al pensar que solo funcionaría con un gato que no tuviese materia ni energía y cuya presencia no se pudiese demostrar, en general, cosa que no era aplicable a la ropa bajo la cama. Tampoco tenía nigún motivo para explicarle esto a mi madre, por que “si no miras a la luna no existe”, es decir que “ojos que no ven, corazón que no siente”.
*¿He mencionado de que lo medimos con un contador Geiger para asegurarnos de que decía la verdad? Exactamente, plutonio en plena descomposición, con un alto riesgo de dejarnos el ADN como la fibra de una mopa usada.
Esto podría estar relacionado con los profesores que he tenido en física, curiosamente los más extravagantes. Primero, estaba Menzel. Nunca llegué a saber su nombre pero siempre tuve sobresalientes con él. Después vino Bench. Un tipo recto y serio, con un corte de pelo igualmente recto y perfecto, un coche estilizado y tann gris como su pelo y siempre con traje.Tenía algunos toques de humor (sin contarla ocasión en la que se le ocurrió apuntarnos con plutonio, que traía en una caja de plomo muy pesada y decirnos “mirad, esto es plutonio radioactivo, pero podeis estar tranquilos, a tres metros no creo que os pase nada”, que no tenía tanta gracia*) y jugaba increiblemente bien a ping-pong. Ahora estamos con Poth, un tipo apagado y taciturno, algo bajito, que se entusisma (y empieza a moverse casi espasmódicamente y a sonreir de un modo inquietante) cuando nos acercamos a una respuesta reveladora.
La física es, además una de mis fuentes de “frases que te hacen parecer interesante” favoritas, sobre todo por que a nuestro actual profesor le encanta citar a científicos importantes. “El mundo no puede estar tan loco”, ¿os recuerda a algo? Pero hay una frase que nunca me podré sacar de la cabeza.
“Si no miras a la luna, NO EXISTE.”
Para mí es una frase increiblemente simbólica. Desde que la oí, la cito a todas horas, especialmente cuando hay problemas. «Si no hubieses visto que se me ha olvidado hacer eso o hubieses vuelto un poco más tarde, no existiría, mamá.» Por si alguien se lo pregunta: no cuela.
A todo esto, ¿a qué venía esta frase? Pues iba de... física cuántica. Quienes no lo recuerden, lo temerán en un futuro. También tenía que ver con el experimento del Gato de Schrödinger. Os refrescaré la memoria (¡¡SPOILERS de física!!, lol): tenemos un gato en una caja con un gas inocuo y una molécula con un 50% de posibilidades de descomponerse y reaccionar con el gas, convirtiéndolo en algo mortal para el gato. Mientras no conozcamos el resultado, ambas posibilidades existen, al menos hasta que abramos la caja y descubramos la realidad, que será una única.
Así que estaba yo tranquilamente en mi habitación leyendo un libro, no muy bueno, para variar, cuando entra mi madre y empieza a criticar el desorden, aunque apenas había nada fuera de lugar. Salvo quizás...
«¿Y qué hace toda esa ropa sucia bajo la cama? Ya estás llevándola a la lavadora. Y mira eso de ahí, que...» Bla, bla, bla y adiós a la calma que tan pocas veces se logra. Una vez más, le respondí la frase ya resaltada, claro que fué inútil (no esperaba milagros, pero tenía que decirlo).
Lo que no se me ocurrió comentar fué que ya ni siquiera podía utilizar la tesis de Schrödinger como apoyo, por que acababa de llegar a la conclusión, antes de que me lo confirmaran en clase, de que el experimento no servía más que de ejemplo. Era todo un “fraude cuantitativo”, por decirlo de algún modo. Me sentí bastante defraudado al pensar que solo funcionaría con un gato que no tuviese materia ni energía y cuya presencia no se pudiese demostrar, en general, cosa que no era aplicable a la ropa bajo la cama. Tampoco tenía nigún motivo para explicarle esto a mi madre, por que “si no miras a la luna no existe”, es decir que “ojos que no ven, corazón que no siente”.
*¿He mencionado de que lo medimos con un contador Geiger para asegurarnos de que decía la verdad? Exactamente, plutonio en plena descomposición, con un alto riesgo de dejarnos el ADN como la fibra de una mopa usada.
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