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Sensorial
4.11.11 | ZerØ publicado por
Biblios |
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Es algo que siempre se me ha dado bien. Hay mucha gente que no se lo cree, pero sí es cierto que en última instancia es la mente la que manda sobre el cuerpo. Sentir dolor, calor, hambre es solo una opción. Sé de qué hablo y aconsejo no llevarlo demasiado al extremo, por que en su mayoría son necesarias. ¡No dejéis de sentir! Claro que ¿qué tiene de malo intentar acomodarse mentalmente o desplazarse a otras realidades que nos hagan olvidar este mundo del que tanto se ha hablado ya (y tan visto esta, por eso de la realidad)?
Lo más cerca que se ha llegado de plasmar esto gráficamente es mediante los escritos. Hay textos que pueden llegar a a paralizar al lector de tal modo que la tensión presente en este tarde horas en desaparecer. Personalmente, no me considero un gran escritor... pero lo intento. Me gusta experimentar, más que nada por aburrimiento. Ahí va un ejemplo. Es importante estar relajado y apartar las preocupaciones de la mente antes de empezar. No penséis en emociones ni paisajes otros que los descritos. Intentad darles forma.
Una figura solitaria caminaba por la calle vacía. No había nadie. Nadie. ¿Dónde estaban los estudiantes que frecuentaban aquella zona, los ancianos sentados en los bancos, los niños que correteaban y la gente que se tomaba alegremente unas copas en el bar? Nadie.
Hacía frio y la calle estaba desierta. El suelo estaba mojado, igual que sus pies. De los árboles caían gotas, un recordatorio de la lluvia anterior, torrente que refrescaba el suelo y ahuyentaba a la gente. Nadie. Durante unos breves instantes fantaseó con un chocolate caliente frente a la calefacción. Pero el suelo de piedra estaba helado y el aire casi hería al respirar. Aquella era su realidad. El cielo lucía un color blancuzco, cubierto de nubes. Blanco. Frio. Al caminar pisaba los charcos. Las salpicaduras parecían permanecer en el aire durante segundos. Algunas acababan en sus pantalones, otras volvían a caer, como si no tuiese ánimo suficiente para mantenerse en el aire. ¿Quién las iba a retener? Nadie.
Estaba solo pero no triste ni aburrido. Aquel lugar llenaba su interior. La visión de aquel día gris no le hizo sentir la melancolía habitual. Pensó en la de personas que habían respirado aquel aire y pisado aquel suelo. Ambos seguían ahí, pero la gente no. Seguía ahí, con él, así que no estaba solo. Y se sentía despierto, con un viento suave pero helador como el beso de la muerte golpeándole la cara esperando derribarle.
Cada embestida era un latigazo que dejaba marcas rojas en su piel. Cada pisada era zambullirse en un mar transparente de vidrio suspendido. Cada segundo eran varios latidos de su corazón que trataba en vano de retirar la capa de hielo que se acumulaba sobre él de modo imperceptible. Cada ausencia era el frio de donde antes hubiera un ser vivo que calentaba el aire con su simple presencia. Pero no había nadie. Y hacía frio, mucho frio.
¿Funciona? No espero milagros ni nada... Como última sugerencia, un comentario no estaría mal. Gracias. ;D