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El Legado de Siberia: restaurando la vida

El Legado de Siberia, de Ann Halam, es otro libro que caló profundamente en mi. Su historia transcurre en un futuro con un ambiente que se parece sospechosamente al de “Los Juegos del Hambre” (claro que este fué escrito mucho antes, sacad conclusiones). Sin embargo, si bien en la segunda obra mencionada la genética ha alcanzado un nuevo nivel, en este libro, no queda ningún animal que no esté destinado al uso comercial, salvo el propio hombre.

Así es como vive la protagonista: con su madre, antiguamente una prestigiosa científica, en un barracón, en un pueblo dominado por un poder tiránico que obliga a todos a trabajar duramente para malvivir. Un día, las cosas cambian. A la pequeña y dócil Rosita le es desvelado un secreto de gran relevancia: su madre se dedica de noche a crear vida mediante un sofisticado equipo, del tamaño de una maletita pequeña, que contiene el ADN de la mayoría de especies que existieron.

Al gobierno no le interesaba la competencia directa por los recursos del planeta, por lo que se encargó de acabar con todos los animales. Zarza (que ya no quería ser una inofensiva rosa), como se la conocerá tras varios capítulos, debe aceptar su legado y restaurarlas. Cuando su madre desaparece, no le queda más remedio que huir en busca de alguien a quien entregarle el producto de años de investigación, clave para la restauración de la vida animal.

¿Cómo va a lograr la que es apenas una niña tal proeza? ¿Cómo luchará contra los la fatiga, el gobierno, la adolescencia, los prejuicios, la muerte e incluso la traición? Por suerte, contará con la ayuda de sus adorados animales. Si queréis saber cómo acaba la historia, ya sabéis que tenéis que hacer.


Sinopsis aparte, este libro muestra de modo realista un posible futuro. No hace falta ser demasiado inteligente para percatarse de la crítica implícita en todos este texto, si no el “manifiesto” del valor de la naturaleza tal y como la conocemos. El mundo que se nos pinta es un mundo horriblemente gris y desolado. Puede resultar algo deprimente, pero la esperanza de hallar un final feliz, de que se cumpla el sueño y los retazos de color que pintan las nuevas vidas creadas artificialmente en medio de la apagada trama  resulta muy motivante.