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Lamentos encerrados
3.12.11 | ZerØ publicado por
Biblios |
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Generalmente, los sentimientos negativos, en especial las depresiones (es decir, el "pack completo") tienden a ser círculos viciosos en los que cada cual se ahoga progresivamente, como el idiota que se mueve en las arenas movedizas, hasta terminar saliendo de un salto una vez que ha encontrado la motivación. Nótese el hastío mal retenido de mis frases. Bueno, eso o no se sale, que es otra posibilidad.
Los exámenes para algunos, el trabajo para otros; los días grises para unos, el frio para otros; una lista interminable. Yo tampoco me libro, aunque no es de sorprender en alguien que desprecia como yo la realidad. El motivo: los propios sentimientos negativos (bastante nimios, pero multiplicados una y otra vez. Son inevitables, igual que lo es, por ejemplo, el viento, pero siempre hay quien aprovecha a plantar un molino delante y aprovechar la energía. Por supuesto que son útiles. Vivimos una sociedad en la que -al menos para los que no disten mucho de esta generación- el horror, lo macabro y el sadismo están a la orden del día. Y la fantasía, bendita fantasía.
"¡Coge esos sentimientos de furia y saca tu fuerza de ahí!" No. No es mi estilo; la violencia genera más violencia. Tampoco me gusta "contagiar" emociones negativas a los demás (y liberarse así uno mismo). Prefiero escribirlas. La última vez que mire el archivo que utilizo para ello, la historia ocupaba 61, 69 o algún número similar de páginas. No estoy seguro. La cuestión es que esto puede resultar igual o más satisfactorio de/que golpear algo para muchos. No existe un gran riesgo de influir a otras personas con tus emociones negativas: se podría decir que cada novela con acción no es más que eso en el fondo, ver cómo alguien lucha contra la representación habitualmente personificada de lo que más odia.
Si la conclusión de estas batallas significa la victoria de los valores positivos sobre los negativos, creo que me gustará darle un final a la historia algún día. Quién sabe, quizás me de por castigarme haciendo lo opuesto (mi conciencia dice que me lo merezco).