¿Qué es Reality ZerØ?

¿Quieres saber más? Haz click aquí.

FB

Seguidores

Menu

cotidiano literatura audiovisuales en la red humor curiosidades filosofia R0 personal otros temas sobre R0

¿Quiénes somos?

Licencia Creative Commons

Villancicos pegadizos y premonitorios


Navidades.
Hace dos años que vengo perdiendo ese sentimiento... eso que llaman espíritu navideño. Por un momento no me han venido las palabras a la cabeza. Las navidades constituyen posiblemente el único evento para mí que me hace pensar en el concepto de "calor hogareño". Se trata más de algo emocional que físico, en realidad. 

Otro caso de Realidad Aguda. Siempre acaba imponiéndose esa hija de mujer de vida nada fácil (en contra de lo que diga la sabiduría popular); sí, la que empieza por R. "Las navidades no son más que algo comercial", vale, "lo que de verdad importa es celebrar el nacimiento de Jesús", bien, como queráis, "las navidades son una época de felicidad y festejo y...". Pues lo cierto es que ya no le encuentro ningún sentido a criticar siquiera el concepto moderno de navidad. No, nisiquiera siento que haya algo por que protestar. Lo único que realmente me anima son las reuniones familiares, por una vez una salida agradable de lo irreal, que no es algo que vea todos los días precisamente.

En algún momento de estas celebraciones siento, igualmente como se enciende esa pequeña llamita en mi interior, aunque dure muy poco. Por que cada vez me resultan más vacías. Trato de seguir con mi vida normal, ignorando la ilusión de los más jóvenes que flota en el ambiente. Es, en cierto modo, algo molesto. Me hace sentir mal pensar así. A veces incluso siento como si alguien soplase a través de mí y me metiese el frío del invierno al interior del cuerpo. Vaya, qué inesperadamente poético.

Navidades. Papá Noel, los Reyes Magos, el Olentzero y los representantes de yo que sé cuántas culturas más que podría mencionar. Tocamos la realidad y la ilusión a la vez. Lo cierto es que lo que más me gusta de todo es el turrón. Necesito azúcar para el cerebro por culpa de la estúpida bioquímica (una vez más, cosa de la realidad). Hablando de turrón, creo que se me ha acabado... adiós, inspiración. Iré a por más.

Cierro.